Déjate llevar por el espíritu navideño

Estamos preparando la Navidad, llenando la despensa con mucha y variada comida con la que disfrutar de esta época fría y alocada del año que es la Navidad. Es momento de apagar todo ese repertorio de pensamientos que resuenan en tu cabeza y te dicen “Controla y no te pases”. Pues no. ¡Pásate y disfruta!


Que la vida es todos los días y ahora es el momento perfecto para dejar de luchar contigo misma, para disfrutar de las tazas de chocolate calentitas que engordan y para dejar la tarjeta temblando. Déjate llevar por el espíritu navideño y vuelve a comerte los polvorones como si no hubiera un mañana.


Porque seguramente este año el amigo invisible ha sido un poco más rollo que el resto de años en tu trabajo y has tenido que comprar el regalo con antelación para que pase su obligada cuarentena en el cuarto donde se guarda el tóner de la impresora o directamente se ha suprimido. ¡Qué fiestón! Y aunque ese día era más una pesadez que un esperado acontecimiento, siempre acababas tomándote la copa de cava, comiendo algo y riéndote de las chorradas que se le ocurren regalar a un par de iluminados con tiempo para avergonzar al compañero.

Este año seguro que nadie te ha regalado un precioso reloj para tu casa como el Pico de Nomon con el que darle un toque elegante o las originales figuras Starman y The Robot de Seletti para decorar alguna estantería de tu salón. Pero esa no es razón para no estar contenta.

Si lo piensas un poco… y bien mirado… se acaba el 2020!!! Y chica, que quieres que te diga, acabo un año con más ilusión que nunca. El 2020 ha sido diferente y raro en muchos sentidos. A la vez creo que ha servido para reestructurar prioridades sociales de muchos de nosotros. El próximo año solo podemos mejorar, ¿tu también lo piensas verdad? Podrás ver a más gente, ir a más lugares y disfrutar de más y mejores fiestas, compartir más tiempo con nuestras familias y también con más amigos. Y hasta con conocidos.


El otro día iba por la calle y me pareció ver a la vecina de mi madre. Una mujer enormemente preguntona. Una de esas personas que te pregunta sutilmente sobre tu vida, obra y milagros y a la que no sabes cómo ni cuándo le has dicho hasta tu talla de bragas. Me dió por seguirla, acelerando el paso para tratar de alcanzarla y ver si tenia la posibilidad de acercarme y la saludaba para tener una de esas “profundas” conversaciones con ella. No sé por qué. Debió ser el espíritu de la navidad que me poseyó porque de verdad que me resulta una persona muy pero que muy cansina, sin embargo, allí que fui.

La alcancé sólo porque iba con su perro y se paró en una esquina a hacer sus cosas. La señora es mayor pero no veas como zapatea. Parecía una estrella fugaz cruzando el cielo...vista...no vista. Su perro se me echó encima en cuanto me vió y ella se rió con una estruendosa risa cómo si hubiera sido lo más divertido del mundo. En ese instante - y sin haber dicho hola todavía - ya me estaba arrepintiendo de haberla abordado. Le pregunté qué tal estaba y fue todo cuanto pude hacer. Lo demás de la conversación fue un pim pam de preguntas sobre donde iba a pasar las fiestas, con quién, qué tal mi trabajo y mi negocio, la salud de la familia y …. mi pareja… que simpática la vecina.


Mi espíritu navideño que está a prueba de bombas no se vió afectado e ignorando esa última pregunta con una sonrisa falsa y un “gracias por tanto interés” le pregunté por la bolsa que llevaba. Asomaban unos cuantos regalos navideños y ella, encantada me contó que venía de hacer unas “compritas” y me guiñó un ojo cómplice. Entre las guirnaldas navideñas asomaba una caja de Fermob con la lámpara Balad dentro. Un regalo para su hija que se había mudado con su pareja a un pequeño pueblo de las afueras de Barcelona ahora que lo del teletrabajo en su empresa ha venido para quedarse. Uno de esos pueblos cercanos a la ciudad y a la playa en los tener un aire más puro y un moreno más bonito. Combo ganador y muy envidiable. Su hija es muy maja y con buen gusto. Buen regalo.


Cuando ya me despedía con la intención de irme me dijo “Estoy buscando algo que regalar a mi hijo. Eso sí que es difícil. Tu que eres tan guapa y estilosa, así joven y selecta cómo él, quizá podrías darme alguna idea”. La vecina volvió a ganar puntos. Recordé que él trabaja en sanidad y hace algún tiempo se hizo un tatuaje. Un corazón. Pero nada de esos dibujos infantiles que aprendes a hacer con 4 años. El era sanitario, hazte una idea. Uno de esos dibujos fuertes - y muy realista por cierto - que representa un corazón real.


Enseguida se me vino a la cabeza el Love in Bloom. Y se lo busqué con el móvil porque puso cara de horrorizada al plantearle regalar un corazón. Sin embargo, le gustó y acabó dándome las gracias por una idea tan original y personalizada. “Te irá bien con tu negocio, niña” me dijo. Le sonreí con sinceridad, era demasiado inquisitiva pero no era mala señora. Me sentí un poco mal por la veces en las que mi madre me había chitado para que bajara la voz. “Sssssshhh, No hables así de ella, que las paredes son muy finas y se escucha todo”.


Me reí porque de esa frase no supe deducir si mi madre le tenía aprecio a la mujer o más bien deseaba una casita a los 4 vientos para no tener que compartir paredes y poder despotricar a gusto. El perro ya estaba cansado de esperar y yo había recibido mi ración de vecindario así que le dije que no se preocupara, que el regalo llegaría a tiempo y me fui.


Mientras caminaba hacia casa pensé en porqué había corrido hacia esa mujer para saludarla con la cantidad de veces que he subido las escaleras para no compartir ascensor con ella - que desde su bondad y simpatía - es tan pero que tan intensa que me ha animado a subir los 3 pisos en muchas de las visitas familiares en más de una ocasión.


Pensé en si era por que me hacía mayor, pero quedó descartado porque mientras pensaba en eso entró a mi teléfono un gif sobre Thor, el marido de Elsa Pataki - que tiene otro nombre pero nos hace falta ahora - preparando comida en su casa con una leyenda que ponía “Quiero un robot de cocina cómo el de Elsa Pataky” y enseguida me entró la risa tonta por el chiste. No, no estaba madurando tanto, estaba claro.


Entonces, ¿Porqué me dio el impulso perseguidor?... Al poco tiempo, mientras iba en metro me di cuenta. Buscaba el contacto humano. Este año habría ido con gusto a un montón de cenas de empresa y compromisos varios a los me habían invitado otros años por estas fechas y para los que había buscado con antelación y estilo una excusa razonable.


El contacto es el mejor regalo estas navidades. Espero que muchos y elegantes regalos se hagan hueco debajo de tu árbol pero sobre todo espero que te dejes llevar por el espíritu navideño, llenes la copa, comas pastel, tarta, disfrutes del burbujeante champagne y bien sea por videollamada o presencial, saborees más intensamente eso que el 2020 nos ha robado y ha recuperado tanto valor:


    El contacto con las personas!!!!