Una historia de muebles, armarios y barcos

Cuando una se muda siente ilusión y nervios por todo lo que ese cambio le va a ofrecer. A mi también me ilusionaba especialmente crear mi propia decoración, con los muebles que yo escogiera, especialmente mi armario, aunque reconozco que me daba cierta pena la idea de abandonar mi hogar o lo que yo había creído que era mi hogar. 

Me hubiera gustado tener una sensación mejor porque yo no valgo para penas, pero reconozco que podría haber desmontado mi habitación. Aprovechar para hacer limpieza emocional de muchos recuerdos que en un momento de mi vida decidí guardar porque creía que eran dignos de ser almacenados en esa cajita, más o menos grande, que todas tenemos. Esa cajita en la que hay desde cartas adolescentes hasta fotos con looks que querríamos olvidar - sabes que si claramente, son los precios de ser muy tendencia y hacerte los mismos cortes de pelo que tus amigas.

Pero no lo hice, lo dejé todo tal y como estaba. Aunque yo ahora me ilusionaba al pensar en un nuevo destino, en el fondo cuando quise mudarme, sentía la incertidumbre que un cambio tan grande conlleva. Escuché el sabio consejo de mi oráculo familiar: “ Vete y prueba y si no funciona, simplemente vuelve”.

Puede parecer una chorrada pero era exactamente lo que necesita oír. Así que simplemente me dejé fascinar con las posibilidades de amanecer en un nuevo lugar, con su luz nueva y molesta entrando por mi ventana a primera hora de la mañana (no soy de levantarme antes del amanecer para hacer cosas como ir al gym antes de trabajar o similar) y simplemente abrí la maleta, puse mi ropa, mis 225 piezas de maquillaje y revisé como una neurótica que no me olvidaba nada de la lista de cosas que me había hecho.


"Si pudiera transmitiros con una imagen la sensación que tuve cuando me fui, sería la Carrie Bradshaw caminando por Nueva York con sus Manolo Blahnik"

Pero en realidad lo que a mi me motivaba era descubrir “Mi Ciudad”, me alucinaba la idea de crear mi propio listado de sitios geniales, mi listado de restaurantes favoritos, mis lugares de descanso (y solamente transferibles en momentos de urgencia emocional) mis rincones de lectura y mi rincón mágico del café - siempre con wifi rápido y veloz, gracias.

Busqué pero no encontré nada que me dijera “Welcome at home, darling” así que comencé a ampliar horizontes -horizontes que no fronteras porque yo soy chica de ciudad y de zona centro.

Un día de solecito primaveral decidí ir a tomarme algo a la playita con una amiga y acabamos en una de esas fiestas veraniegas que se organizan en barcos. El ambiente era genial, lleno de gente guapa con ganas de celebrar el calorcito y de repente se me ocurrió una idea totalmente loca que me entusiasmó: si no encontraba en un piso lo que buscaba, quizá lo que debía hacer era embarcarme (literalmente) en otro tipo de hogar.

Al principio dudé si la idea era producto del vaivén del barco o de los Manhattan a lo Carrie Bradshaw que me había tomado. Mi amiga me miró con una expresión muy suya cuando se lo conté y me dijo: “Por qué no, tendrás los vecinos que quieras y podrás organizar fiestas clandestinas en alta mar” - a ella si que le mareaba el barco.



Me puse manos a la obra y encontré a mi capitán a través de una amiga. El me insistió en lo tranquilo y relajado que se vivía en un barco. Mientras yo me reía al pensar en las fiestas clandestinas que algunas querían montar.

Perdona ¿Tranquilo y acogedor? ¿Sabes lo que he venido a buscar? Cuando una chica se va de su casa dejando la caja de recuerdos en el fondo del armario con la seguridad de que a partir de ahora muy pocas cosas volverán a ser como antes, no le interesa un barco tranquilo (que en traducción simultánea equivale a aburrido) en el que floten las mariposas en cada esquina.

Yo le dije al capitán que en ese barco había encontrado exactamente lo que estaba buscando, le dí las gracias y me embarqué.

El me entregó las llaves - porque los barcos llevan llaves y no venían con llavero tipo ancla que ya os imagino con las bromas - y me dijo que le llamara para cualquier cosa, que vivía muy cerca y que no le importaba acercarse si lo necesitaba.

En cuanto el hombre se fue, abrí mi maleta, vi mi camiseta de Guns N' Roses y pensé "Para que deshacer la maleta, si no tengo más que una ruinosa estantería”. Me pareció una oportunidad genial para saborear la sensación de la libertad que proporciona el mar… y de hacer algo instintivo y loco. Una de las cosas que más me gusta es caminar aunque reconozco que no siempre llevo el zapato adecuado. Mis amigas suelen burlarse porque acostumbro a terminar descalza o buscando un taxi pero qué queréis que os diga, yo cuando me pongo unos tacones me siento imparable.

Así que me puse mi camiseta de Guns N' Roses, mis converse y unos vaqueros que me sientan increíbles (me sentía feliz como Carrie por las calles de nueva york pero no me veía con la capacidad de salir a la calle con su tan icónica falda de tul) Yo estaba más en el perfil cañero de Pilar Rubio, roquera y cañón.

Algunas personas al mudarse dedican su primer día a buscar dónde comprar el pan y si encuentran un buen sitio donde no sean esas barras que al día siguiente se han convertido en bates de béisbol, vuelven satisfechos a casa.

Pero yo no buscaba pan (no creo que Carrie lo haya comprado jamás)  Yo en cambio, me dediqué callejear por las calles más estrechas del barrio, esas tan antiguas y adoquinadas que cuando se pusieron allí, no existían ni los coches.

En fin, que como supondréis al meterme por esas calles descubrí pequeñas tiendas de las que llevan allí toda la vida. No son las calles en las que se sitúan centros comerciales gigantescos. Son tiendas con personalidad, con artículos delicados y bien trabajados y que están llenas de pequeñas maravillas fabricadas a mano.

Una de las cosas que me gustan en los muebles es poder percibir la delicadeza con la que han sido trabajados. Todos alucinamos cuando vemos un buen mueble, un diseño elegante o un material bien trabajado pero los detalles, conseguidos con tiempo y buen trabajo, esos detalles son siempre los que le dan ese toque de distinción. Por eso los muebles trabajados como los de Ethnicraft me encantan, os lo sugiero por si queréis descubrir algo nuevo que os encantará.

Los muebles están trabajados en madera y desde hace 25 años realizan diseños que respetan el medio ambiente, desde el origen de la madera a la producción y también al tratamiento de los residuos. Sus diseños están pensados para  sobrepasar la temporalidad de cualquier tendencia, pensados para ser contemporáneos y para siempre. 

La idea casi es transmitir perpetuidad - como esas cosas antiguas de tu familia, que van pasando de generación en generación ya sean pendientes o un buen reloj, un cuadro o aquella lámpara de la Marca Alma Light - que pasa de unos a otros como el bien que todos deben proteger (a los Señor de los Anillos)

Pues eso encontré yo, un mueble para legar a alguien - alguien con buen gusto, please. Yo que no soy de planificar, qué cree que las mejores experiencias y los mejores viajes son los improvisados, que odia a esa gente que planifica tanto su viaje que cuando se monta en el avión para despegar tiene en las manos una guía tan gastada y anotada que ya ha hecho el viaje y dan ganas de decirle " Bájate ahora, allí donde vas no hay nada nuevo para ti" yo que soy más de instinto, de no pensar y de sentir, de ponerme los tacones para salir a la calle a morder el mundo (también se ponerme las converse cuando conviene, no seáis como mis amigas), me enfundé mi mejor sonrisa y me fuí de cabeza por el trofeo de mi emancipación hogareña: un armario espectacular para la ropa de esa maleta cargada de ilusiones.

No me valía cualquier armario pero tampoco sabía cuál era el que valía. Muchas veces pasa - también en decoración-  es más fácil empezar por lo que no te gusta, vas despejando el camino para llegar al final con la verdadera esencia de las cosas que si te interesan.

Pero lo mio no fue así, esta vez no. El instinto me dijo que era ese, mi camiseta me dijo que era ese y el dependiente de sonrisa dulce y deslumbrante que me atendió supo enseguida que era ese: el armario Shadow de la marca Ethnicraft. Un mueble duradero, elegante y cómodo. Lo ideal para un barco. Por que ¿Alguna vez te has planteado el reto que supone decorar un barco? ¿Las limitaciones de espacio que tiene y el mundo de posibilidades que ofrece? Yo no lo pensé mucho aquella noche en el barco mientras mi amiga me animaba a hacerlo.

Voy a ser sincera, no conozco todas las marcas de decoración, pero creo conocer muchas de las buenas, cosa que me ha venido muy bien para encontrar los muebles de decoración adecuados para un barco.

Cuando entré en la tienda y vi ese precioso armario supe que era para mi. El dependiente me hablo pero yo no le escuchaba, tenía tan claro que me lo llevaba para mi barco que mi duda solo era cómo iba a hacerlo. No sabía cómo iba a subirlo por la estrecha escalera de mi nuevo hogar.

Si el dependiente me hubiera dicho que el mueble estaba anclado a la tienda, hubiera salido a buscar mi maleta - la acompañada por la ruinosa estantería - para plantarme con ella en la tienda y vivir allí para siempre.

El comprendió mi preocupación por llevarme el mueble cuando le expliqué las singularidad de mi bonita casa ondulante en el mar y el me sonrió con esas sonrisas fantásticas conocedoras de los efectos afrodisíacos que generan. Yo también le ofrecí mi mejor versión cuando se ofreció a llevarlo a casa sin coste (mira cómo CarlaKey.com)

Le di a mi dependiente favorito las indicaciones necesarias, y así en un segundo, me convertí en feliz propietaria del más maravilloso armario.

¡La vida es cambio y evolución, súbete a la ola, guarda tu caja de recuerdos y sal a la calle, allí es donde está esperando lo mejor!