De palique hasta las tantas o la fuerza de un cojín
Ayer vino a verme al barco una vieja amiga. He tirado en la cubierta unos cojines flores y nos hemos tumbado a charlar. Han pasado horas. Muchas horas. Se nos han hecho las tantas. Era ya noche cerrada cuando nos hemos dado cuenta de que teníamos hambre y pero nos ha dado pereza salir. Nos alimentaba más la conversación que el sushi.
Pensando un poco en esta anécdota de ayer sentía que debía compartirlo con todos. ¡Qué fácil es pasarlo bien simplemente exprimiendo la amistad. Y qué difícil es dejar el móvil lejos y en silencio! Haz la prueba.
Pon unos cojines bonitos en el suelo. Da igual si es en la terraza o en un rincón de tu salón. Pon un poco de jazz . (o los 40 principales, no vayamos ahora de estupendos). Pon un poco de tu parte olvidándote del móvil y verás que algo diferente ocurre. La conversación fluye y las risas también. Si además abres una cervecita igual hay más risas que conversaciones pero el resultado final es el mismo. Comprar barato un poco de felicidad. Ayer me la compré y todo gracias a la fuerza misteriosa e imparable de un cojín.